Con IoT todo está conectado. Esto no sólo incluye los dispositivos, sino también la infraestructura de TI que permite el uso de los datos, su análisis y, en definitiva, el conocimiento que extraemos de ellos.
Desde hace unos años se oye hablar de IoT continuamente. Las máquinas conectadas a internet, las cosas conectadas a internet, todo, absolutamente conectado. Pero a la hora de la verdad, cuando nos planteamos como empresa por dónde empezar con un proyecto IoT nos entran muchas dudas. Queremos abarcarlo todo, pero tenemos cierto “miedo” al cambio, o más bien al impacto que este cambio pueda tener sobre nuestra organización, así que resulta muy tentador pensar en proyectos pequeños que, en teoría, interrumpen la operación del día a día mucho menos que los grandes. Sin embargo, a la hora de la verdad, estas iniciativas realizadas de manera independiente para evitar impactos, nos llevan, cuando las queremos replicar y hacerlas crecer, a tener que invertir de nuevo en otro proyecto.
Entonces, si grande no nos lo podemos permitir, y pequeño nos va a llevar a replicar gastos, ¿qué planteamos? Algo tan sencillo como una planificación estratégica gradual, que nos lleve a construir pequeños proyectos, pequeñas victorias alineadas con la estrategia a largo plazo.
El éxito de las soluciones IoT en el tiempo se produce cuando se componen de módulos o bloques reutilizables que permiten una evolución incremental. Este enfoque modular nos permitirá tener la capacidad de construir en etapas y reutilizar los recursos, y nos dará la agilidad necesaria para ser flexibles y adaptarnos a los cambios en los requisitos de negocio, componentes y tecnología. Además, minimizaremos el riesgo de fracaso y mejoraremos el espacio para aprender y construir hacia el objetivo mayor, mientras nos adaptamos a un ecosistema en constante evolución.
Una vez decidido ir paso a paso, es muy importante tener en cuenta las 5 características que recomendamos para definir nuestros bloques:
– La conectividad, es decir, la infraestructura necesaria para recopilar y transmitir datos desde cualquier dispositivo o máquina, independientemente de su función, ubicación o sistema operativo.
– El cálculo, que consiste en poder procesar las cantidades masivas de datos recolectados de los dispositivos y convertirlos en conocimiento de negocio.
– La analítica, entendida como el software para transformar los datos brutos recogidos en información de negocio que se usará después para tomar decisiones.
– La seguridad, que permite tener un marco de protección de extremo a extremo, de tal manera que las fuentes de datos sean confiables y estén protegidas contra accesos no deseados e infiltraciones.
– El control, es decir, la capacidad de detectar eventos y tomar medidas para optimizar las condiciones de nuestro negocio.
En definitiva, muchas empresas se están moviendo rápidamente hacia IoT, porque ven un valor comercial inmediato en forma de eficiencias operativas, un mejor y diferenciado servicio al cliente, la creación de nuevos productos y servicios y el desarrollo de nuevos modelos de negocio. Sin embargo, en demasiadas ocasiones comienzan con un enfoque estrecho en su objetivo de negocio de mayor valor, por lo que es difícil ensamblarlo todo en una solución más global.
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La rápida expansión de dispositivos conectados representa una oportunidad única para hacer crecer los negocios. Internet de las cosas ofrece nuevas formas de relacionarse con los clientes, desarrollar nuevos modelos de negocio y una mayor visibilidad en la innovación inteligente.
Ahora es el momento de capitalizar en IoT.